domingo, 12 de octubre de 2014

¿Por qué?

En el 441 se me ocurren tres mil cosas que escribir ahora que no puedo hacerlo. Y hoy, que tengo oportunidad, se me olvidan todas.

Estás aquí, a mi lado. Supongo que parte de la culpa es tuya. El perro de los vecinos araña el suelo arriba. Al fondo, tu madre duerme. No se imagina que tu mano está en mi espalda, mientras tú pasas las hojas del QMD, distraída. Estás leyendo algo de Chenoa y Bisbal, y haces como que pasas la hoja cuando miro porque no quieres que le vea las tetas a Chenoa (que por alguna extraña razón que atribuyo a locura transitoria se ha dedicado a poner a caldo al Bisbal y a hablar de su voraz apetito sexual en La Revista 40). Te tocas los deditos, y ahora pones tu mano en mi pierna. No quiero ni pensar que tu padre venga en este mismo momento y nos "descubra". Te diría que me da igual, pero no es cierto. Daría cualquier cosa por besarte.

Hace dos días le decía a Natalia (¿todavía sigues leyendo esto, perra? xD) que este año había sido horrible. Sin beca, sin portátil, un suspenso injusto (como casi todos, ¿no?) y con humedades en el cuarto. Todo muy malo y una única cosa buena: tú. Tú, lo primero que veo algunos sábados por la mañana al despertar (no los suficientes). Tú, cuidando de que no me destroce los dedos aunque casi nunca lo consigas. Tú, apareciendo en casa por sorpresa, sin avisar, y diciendo que te quedas a dormir cuando casi estoy llorando, pensando que en 4 horas ya te vas (que sepas que casi lloro, en serio). Tú, que sonríes y se me revuelve el mundo, y la mariposa revolotea en la espalda y me hace cosquillas y entonces yo tampoco puedo parar de reír, y nos reímos, e I. se ríe porque nos oye reír y todos somos felices y comemos helados baratos del mercadona y fin.

¿Y por qué no puede ser cada día así? ¿Y por qué han dejado de asustarme ciertas cosas? ¿Por qué tengo ganas de prom****** el mundo y de nuevo siento que puedo cumplirlo, que puedo regalarte el mundo y todo lo que me pidas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario